Vamos por el río Sarmiento, un afluente del Paraná. El entorno es abrumador. La naturaleza muestra su lado más exhubarente, menos domesticada. Podría calificarse de paraíso, al menos en días apacibles. Nos dejan en un embarcadero público, la mayoría son privados y ahí sólo acceden sus residentes. Podemos dar una vuelta, literalmente, a la Isla, así la denominan. Ha llovido recientemente y el camino está interrumpido por la crecida. Una pareja del lugar señala los límites del paseo. "Hasta donde empiece la selva", dicen. Pregunto ingenuamente cómo voy a reconocerla. "La selva empieza donde acaban las casas". Lección para urbanitas.
El entorno se asemeja a los escenarios de Tom Sawyer. ¿Será el Misisipí el otro delta habitado? Volvemos al muelle Bora Bora. Me acuerdo de tantos establecimientos turísticos canarios y sus exóticas denominaciones. ¿Por qué? ¿No nos creemos un paraíso que no sea remoto, fuera de nuestro alcance inmediato?
Al cabo de un rato, mi dosis está satisfecha. Vuelvo en la lancha, junto con residentes de la zona. Se sitúan en la rampa sin hacer aspavientos para llamar la atención del barco, nosotros sí. Tenemos miedo de que nos dejen allí, abandonados en el paraíso. Veo una gasolinera flotante y otra embarcación transportando áridos nos cruza. El parque de atracciones espera la temporada alta. Un letrero clavado al suelo ofrece los servicios de un discjockey: "Leandro Campos hace tu fiesta en la Isla. Eventos, alquiler de equipos". La selva empieza donde acaba la presencia humana.
Antonio
ResponderEliminarHola reguapo, este es el segundo intento de ponerte un comentario, el anterior, tan inspirado, se perdió en el ciberespacio (éste lo voy a copiar antes de darle a "Publicar un comentario"). En el te decía que por fin me decidí a mostrarte cómo me ha conmovido el relato de tu viaje (y cada uno por separado; el relato y el viaje). Tanto, que he vencido sin esfuerzo la tentación de proponerte correcciones, concluyendo que éste no es el momento, en plena y pura expresión del verbo preñado de vivencias y emociones...
Gustoso me dejo llevar por las sorpresas y aventuras de cada nueva entrada del blog, con una mezcla de curiosidad, admiración, orgullo y envidia. Me parece que vas por muybuencamino, así que seguiré expectante del próximo episodio, imaginando un viaje vicario: mi viaje por tu viaje.
Qué bonito, esa selva que empieza donde acaba la presencia humana, te imagino cavilándolo mientras agitabas los brazos para que no se escapase la lancha...
Muchas gracias por compartir todo esto. Besos