domingo, 25 de octubre de 2009

Vecinos

Los lazos de vecindad son fundamentales para crear comunidad. Sin duda, y aunque aún no sé cómo es, pertenezco a una pendiente de ponerle nombre y caracterizada por hacerse en el camino.

La primera noche en Tango Backpackers me llevó a compartir la habitación con tres lituanos. Cuando yo llegué eran más de las 10 de la noche y allí no había nadie. Elegí la cama a la carta. Una litera baja, la más pegada a la puerta. Cuestión de perspectiva. Estuve leyendo un rato la guía, que apenas había hojeado en el trayecto de avión, y me dispuse a dormir. Cuando ya estaba en fase REM, oí un fuerte movimiento en la puerta. Encendieron la luz y aparecieron dos tíos. Debí tener cara de estupefacción porque se disculparon. "Sorry", se fueron. Volví a lo mío. Una hora después, o así, otra vez lo mismo. Esta vez se instalaron y se acostaron. Menos mal. La cosa no termino ahí, pues un rato más tarde, otro estruendo en la puerta. No hay dos sin tres.

Las habitaciones están provistas de unas taquillas (en las que cabe fundamentalmente una mochila grande y poco más), para las que necesitas un candado. Lo venden en recepción por 10 pesos (menos de 2 euros; el cambio viene a ser 1 E=5'6 $). La primera sensación al entrar en una comunidad como ésta concierne a tu seguridad. Al menos a la percepción alimentada en los prolegómenos del viaje. Inquietudes varias. Por ejemplo, cuidar tus pertenencias, imprescindibles compañeras hasta tu retorno.

Como decido quedarme más días en el hostel, y no había reservado con anterioridad, me cambian de cuarto. Es viernes y van a tener trabajo. Me ponen en otro "dormi" de 6 plazas. Mixto. Jamón y queso. Cuando entro en el número 36, me encuentro a una chica de rasgos orientales que resulta ser noruega. Conoce Canarias. Lleva 3 meses viajando, creo, y va estar unos 9 en total. Está pensando en dar clases de inglés para ganar algo de dinero. Abro mi taquilla, asumiendo, mientras respiro profundamente, qué dejo dentro, qué me llevo. De las 6 camas (también literas), hay 3 ocupadas, 2 pendientes de adecentar y una restante. Obviamente, cojo ésta. Litera alta, encima de la oriental. Luego llegan los otros inquilinos. Uno con gafas, taciturno. Y otro fiestero. En mis entradas y salidas de la habitación, sigo una conversación entre la oriental y el fiestero. Él habla indonesio (un indonesio occidental, una oriental europea: qué mezcla), un idioma que sólo tiene un tiempo verbal. Ni presente, ni pasado, ni futuro. Qué punky.

Ese día, viernes, segundo en Bs As, recorro parte del norte de la ciudad por mi cuenta. Llego cansado, ceno por Plaza Serrano, un entorno de buen rollito. Se pone a llover desesperadamente y aquello se vacía de gente. Me voy a dormir. Cuando me acuesto estoy solo en la 36. Voy a poder mitigar el sueño viejo.

Sucesivamente, a lo largo de la noche, van entrando personas en mi dormi. Me doy cuenta, incluso, de que el otro lado de la estancia tiene un altillo, al que se accede con una escalera de caracol. En la puerta, un letrero: "Staff". A las 4 ó 4:30 un tío se mete en la cama de la oriental. Sé la hora porque ella, que estaba dormida desde hacía tiempo, lo pregunta. Creo que es el indoneso occidental. Los polos opuestos se atraen. Se entregan a su pasión, mientras mi cama se tambalea como un barco en altamar. Decido si unirme a la fiesta o hacer algún comentario irónico, amenazador o suplicante. Espero. Llevan más de una hora de entrega. Si me hubieran visto los del circo en ese momento, me hubieran contratado. Mi cuerpo levitaba mirando hacia abajo. Creo que sólo las uñas de los pies me unían con mi cama. Veo que con la ropa puesta se pueden hacer cosas muy apañadas. ¡Viva el espectáculo!

60 minutos más tarde alguien más entra. ¡Es el indonesio occidental! Me preocupo. ¿Quién está, entonces, en la litera de abajo? Mientras cabilo sobre esta circunstancia, otra pareja entra en el recinto. Suben por la escalera de caracol, donde el Staff. Al poco oigo los jadeos de la chica. Y hasta las nalgadas. La pesadilla del hombre solitario. ¡Cuánta gente sana hay en esta comunidad!

3 comentarios:

  1. hi Ivan,
    me acabo de enchufar a tu blog!
    hahah hay algo en el DNA en comun, viajes y blogs. Atenciones al arrederor, no se si fotografia y peli tambien, pero en comun la imagen, el contar una historia! Me he auto invitado a leerte, seguirte y a difrutar este viaje con tigo! ha ha. Gracias al internet!
    Un enorme beso te tu prima holandesa! ;-)
    Pasatelo bien, abre los brazos al mundo y a los detalles de cada encuentro, con un simple respiro y con el simle estar!

    Un beso!

    ResponderEliminar
  2. Lo que pasa es que este viaje tendrías que haberlo hecho hace por lo menos 10 años. Ahora te pilla un poco mayor y claro si no te avispas no te vas a comer ni in colín.
    Canario lo bueno es que Dios no existe, a si que no temas y al tema.

    ResponderEliminar
  3. Hola Bro, acabo de leer tu pesadilla en la litera y parece sacada de una peli de los hermanos Marx. Casi me parto...Estas experiencias no las vive todo el mundo, aunque visto bien era mejor estar en la otra litera, no?
    Un beso

    ResponderEliminar