miércoles, 28 de octubre de 2009

Jorge

Estaba en El Bote y se acercó a hablar con nosotros. Un domingo por la tarde, el momento más tonto de la semana. Estuvimos vacilando hasta que decidimos, todos ya, incluido su amigo alemán, ir al Charleston. Antes de llegar allí, dijo por seguir la fiesta: "pasemos primero a ver a mi hermana y su amiga, que duermen en la furgoneta". Fuimos, pero el único verdaderamente perverso fui yo. Dormían como ángeles.
Nos encontramos un par de veces más. Siempre sin premeditación. Ahora he sabido que incluyó uno de esos episodios en un cuento suyo. Fue en carnavales. Se había perdido. "De eso se tratan estas fiestas, de perderse", le dije. Lo demás habrá que leerlo en el propio texto (Jorge, envíamelo).
El sábado pasado fue su cumpleaños y lo celebró con su grupo de amigos, Los Cachivaches. Tremenda fiesta fue, en la que muchos se turnaban para cantar (con amplificadores y demás) y todos bailaban. Una inmersión total en la cultura local. Disfrutaban como locos con el folclore. Especialmente con las chacareras. La próxima vez, si me vuelves a invitar, me animaré también yo.

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