Buenos Aires, o Baires, o Capital Federal, o Bs As, población fundada por españoles y nombrada en honor a la santa que insuflaba energía a sus velas. Importante para ellos como puerto de salida de la plata peruana. Llego a las 6 de la mañana después de 12 horas de vuelo. No veo muchos mochileros en el ambiente, sino, sobre todo, argentinos que vuelven a la patria. Me había encontrado, sin embargo, con una cara conocida en el Aeropuerto de Barajas. Una chica de los tiempos del bachillerato (¿Sofía?), que va a hacer un viaje organizado por el país. Algo así como Buenos Aires, Iguazú, Patagonia. "Si no fuera mujer", me dice, "haría lo mismo que tú". Nos decimos adiós a la llegada al país, deseándonos lo mejor. Desde el aeropuerto de Ezeiza voy al centro en taxi (110 pesos, unos 20 euros), luego descubro que hubiera podido ahorrarme la mitad en un colectivo, pero no es un problema. De hecho, termina siendo una ventaja, porque el taxista me ayuda a buscar alojamiento. La recomendación recibida era tantear la zona de Palermo (en plena rehabilitación: comercios, hospedaje, etcétera). La comparo con Chueca, sin el componente gay. Edificios, no obstante, de 2 ó 3 plantas. Me la había señalado en el mapa una pareja de veintetreintañeros argentinos que retornaban, tras recorrer durante tres meses las playas españolas. Les había comentado mi intención de poder estar cerca de Euge, Carola y Jorge, a los que conocí hace dos años en Las Palmas. Viven en el barrio de Almagro. El taxista consultaba el plano mientras intentaba hacer memoria. "¿Qué buscás? ¿Un hotel, un hostal?". Algo que no sea caro. Probamos la vía barata. Me lleva a uno, con buena pinta, pero no hay sitio. A pesar de que su servicio ya estaría cumplido, me deja cerca de otro. Camino unas cuadras y compruebo que su descripción es correcta. Un edificio en la esquina, con los cristales tintados de blanco y sin letrero. Resulta ser el hostel Tango Backpackers. Son las 7 de la mañana. -¿Hay plazas libres? -¿No tenés reserva? -No. -Sólo nos queda dormitorio. Me dan una cama en una habitación de 4 (43 pesos, 7 euros). Desayuno otra vez, cortesía de la casa. Me guardan la mochila grande en la consigna. Volveré por la noche, no me vale la pena esperar hasta las 2 de la tarde para instalarme. Salgo a imbuirme del espíritu de la ciudad, que despierta. Vagaré hasta que sea una hora prudencial para llamar a Euge. Después de un largo paseo, contacto con ella a las 9:30. Había estado durmiendo con el teléfono al lado. Cuando la veo, está tan hecha polvo como yo. Nos abrazamos y nos reímos de lo raro que es vernos aquí. Mi acento le trae recuerdos de sus meses en la Isla. Aparece Carola. Son muy cariñosas conmigo. |
sábado, 24 de octubre de 2009
Buenos Aires, año cero
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Ahí estás. Increíble que hace unos días estabamos charlando en Las Palmas y ahora estás al otro lado del hemisferio. Una aberración que un país tan rico cultural y económicamente, haya sido objetivo de los intereses egoístas y obscuros de "los de siempre" para arrebatarle libertad y bienestar a la población. Dicen que las dictaduras necesitan alrededor de 40 años, para limpiar un país de libre pensantes y afianzar un orden nuevo. Un orden que sólo puede existir por imposición del terror a la población. De eso sabemos aquí también bastante.
ResponderEliminarEn estos momentos te envidio. Un abrazo.
Yo me hubiese quedado con Sofía... Sofía su nombre es casi el comienzo de un poema... joer canario...
ResponderEliminar"y todo a media luz, que es un brujo el amor, a media luz los besos, a media luz los dos..."