Iguazú o Iguaçú, según sea el lado de la frontera. Pero tanto en Argentina como en Brasil, el nombre del lugar donde se encuentran las cataratas proviene de la lengua guaraní. Su significado para aquella cultura no dista de la nuestra, tan dada a convertir lo que nos sorprende en "lo más de lo más". Estas "aguas grandes" pertenecen verdaderamente a ese catálogo. Y si tiene algún valor decirlo, mi recomendación de visitarlas, ya que ninguna imagen, ningún sonido, hará justicia a la experiencia obtenida allí.
Iba, lo reconozco, con el prejuicio de acudir a un parque temático. Había visto, como tanta gente, fotos y vídeos espectaculares. Y eso, a veces, es un problema: vas al sitio sólo para comprobar lo ya registrado. Pues sí, existe. Sin embargo, ya no pienso que sea un parque temático, dedicado a disfrazar situaciones para generar impactos sensoriales o emocionales. Aquí la naturaleza habla en voz alta. Quienes han convertido a Iguazú en una cita ineludible en el paquete de las maravillas de la tierra, lo han hecho exquisitamente. Sin invadirla. Para no despertar a la bestia. Te hacen recorrer el espacio por senderos y plataformas metálicas suspendidas, a través de las cuales la selva sigue su camino, ya sean sus animales o sus plantas. Compórtate como un invitado.
A mí las cataratas aún me superan. No me resulta fácil explicar lo vivido. No cuenta lo visto, ni lo oído; lo registrado con anterioridad, audiovisualmente, no vale. La piel húmeda golpeada por las "aguas grandes", quizá sea eso. La epidermis atravesada como una hoja de papel.
Hola guapo, muy bueno que tú; tan Budapest, tan Londres o Berlín, o -desde ahora- tan Buenos Aires, manifiestes tanto entusiasmo con la selva o las cataratas. Claro que éstas que nos relatas y regalas conmoverían al más aférrim@ de l@s urbanitas. Así lo transmites, que casi sentí las gotitas en la piel...
ResponderEliminarBesitos
Perdería mi eco,azul,que me repite,
ResponderEliminarpara que la Voz no me tocara muda
y el sendero bailara(s) conmigo.