No se puede ser más contradictorio. Ceno con Montse una noche, a quien percibo cercana en nuestras inquietudes, mientras que, a la jornada siguiente, me imbuyo del ambiente cosmopolita del hostel. Como casi siempre, dominado por el Tipo 1, con quien no encuentro tantos intereses en común. La cena va incluida en el precio de la cama y hoy toca asado. Decido ir. Me junto con una suiza que había conocido en otra parrillada días atrás en Mendoza, y con un inglés, compañero de excursión en la misma ciudad. Nos acompaña un nutrido grupo de internacionales. Hablando sobre todo la lengua de Shakespeare. A continuación de la comida, un espectáculo de folclore. Me sacan a danzar una chacarera. Mi vecina de mesa australiana se ríe.
Continuamos la fiesta en un boliche (o discoteca). Se suman César, Marina y otros integrantes de la plantilla del hostel. Me divierto bailando y viéndoles bailar. Conecto. Nos acostamos muy tarde, luego me levanto igualmente tarde. Aún no me iré de Salta. El almuerzo lo hago con César, después de haber ido a comprar al mercado. Cocinamos juntos. Me satisface sumarme a una rutina local. Ver los alimentos, los precios y las compradoras. Para mi recorrido no es un día perdido si tengo la ilusión de pertenecer a ese lugar que visito. Además, en el próximo destino quizá tenga alguien con quien compartir.
Estaría bien que,a tu vuelta,nos hicieras una demostración de esa danza chacarera a tu club de fans.
ResponderEliminarMariajo